Bolsas vacías



    
     
El viento arrastra, arremolina bolsas
que no contienen nada
y sin embargo muestran
el color, la pericia de un ser vivo.
Igual que sombras
de pronto liberadas de servirnos,
unidas en enjambres
que no se reconocen
lejos del orden de las estanterías,
buscan, en desbandada, por instinto,
las afueras, sus centros comerciales.
El mundo es mundo
porque las bolsas vuelan
y nadie las persigue con la vista.
El viento las recluta
entre las vagabundas
y las agolpa a miles
contra las vallas
de la autovía, hasta tumbarlas,
aunque no cambie nada cruzar al otro lado.
En el amanecer de la ciudad las bolsas
crepitan como pájaros hambrientos.
Ruedan como buscando no sé qué
recuerdos, en las calles.

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